Centro Cultural Pablo Neruda, la tarea por hacer.

Estas son reflexiones sobre el momento asociativo que estamos viviendo, y por lo que estamos llamados a una asamblea este sábado 13 a las 18 hrs, en Ellacuria. Esperamos a todos los amigos abuscar un futuro para CCCPN.
Las fotos son de la presentación en Cruces del Grupo Millantu.

Centro Cultural Pablo Neruda, la tarea por hacer.


En el último tiempo se ha hecho un habito, que algunas voces alcen el tono de sus opiniones para manifestar sus desacuerdos o criticas sobre el Centro Pablo Neruda.

Hace 17 años, el puñado de chilenos que fundó esta iniciativa, lejos estaba de ese animo de critica u oposición. El horizonte de futuro, era entonces sueños e ilusiones, una aventura fascinante de mirar con ilusión un mañana y otro más…

Las sucesivas Juntas Directivas lo dieron todo para llevar el timón de un barco que no siempre ha navegado sobre aguas tranquilas. Somos un grupo de personas vivas, diferentes y que respiramos cada día… esto supone una dinámica de tensiones y rivalidades propias del grupo, de la organización –a las que no debemos temer- pero sí encausar debidamente, para que el remedio no sea peor que la enfermedad y nos mate a todos.

Donde no es posible llegar, es cuando el disenso llega a la descalificación personal…y nuestras opiniones más que ser una crítica constructiva y edificante de todo lo que puede mejorar y perfeccionarse, acaba por convertirse en un afán de recoger mierda y desparramarla a baldes.

Se equivocan y están en un error aquellos que van por los despachos con el ven, corre y dile de los asuntos de familia del Centro Pablo Neruda.

Los temas de Pablo Neruda no se tratan ni se arreglan en el Consulado Honorario de Chile en Bilbao, ni en reuniones de unos pocos socios o amigos.

Los temas de Pablo Neruda son asuntos de familia que se deben tratar en familia. Nada justifica que se traten en los sitios e instancias donde no corresponde, ni es adecuado para la buena salud de nuestra organización.

Los pesimistas, los que dicen a todo que no, los que argumentan legalidad o cartas de ciudadanía para estar o no estar, para dirigir o estar en un puesto de directiva, se olvidan del cansancio, el agotamiento y lo que significa estar en una organización como Pablo Neruda.

Este peligroso camino que estamos recorriendo, puede llevarnos por responsabilidad de unos pocos, a un final que ninguno deseamos, pero que será inevitable, sino corregimos y rectificamos nuestras conductas y responsabilidades.

Somos muy pocos. A penas medio centenar de socios que pagan cuota, y poco más de una docena que está sábado a sábado reunido en la merienda y el ensayo de Millantú.

Los liderazgos no se inventan ni se improvisan. En estos 17 años hemos visto mucho de lo mismo y más, mucho agua correr por Dios!. Dirigir una orquesta de músicos tan diferentes no es nada fácil ni cómodo.

Es urgente y necesario una reflexión profunda y detenida sobre nuestro destino en Pablo Neruda, y el destino del Centro. Esta es una frase que se ha repetido hasta la saciedad, pero quizás más que nunca, hemos llegado a un punto de apatía, de fatiga y agotamiento que nos pone en una hora decisiva.

Si toda la energía que se ha empleado en criticar, en hablar de cientos de proyectos, iniciativas que al final no han llegado a ninguna parte, se emplearan en las pocas tareas que tenemos por hacer, quizás estaríamos mejor y seriamos más felices.

Con todos sus defectos, con todas sus carencias, con todos los errores propios de una obra humana como esta, sería una mezquindad y un egoísmo no admitir ni reconocer todo lo hecho por Pablo Neruda en estos 17 años.

Acabemos con el pesimismo, antes que el pesimismo acabe con nosotros. No cabe duda que muchas personas, socios y amigos, que llevan años en Bilbao, encontrarán su sitio y su lugar si un día no está más Pablo Neruda. Pero hay varios que han encontrado en el Centro Cultural un sitio y un lugar. Cuidemos lo que tenemos y hagamos que sea mejor.

En esta hora decisiva, debemos ser capaces de mirar el horizonte y el futuro. O zanjamos la apatía y el pesimismo, o nos detenemos y apagamos la luz.

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